
Debajo de la lluvia, buscas un refugio para tu soledad. Tímidamente, quieres encontrar unas manos que acaricien los resquicios de esperanza que se cobijan dulcemente entre tus sueños, cerquita, muy cerquita del corazón.
Un día, un día no muy lejano, fueron los pilares que arrastraron contigo toda la fuerza del huracán, que se oculta siempre en lo más profundo del latido humano. Creíste en las hadas, en los cuentos, en los seres imaginarios que forman parte de la fantasía. Fuiste una persona con fe, tanta fe que no solo moviste montañas, sino que revolucionaste el universo entero, para buscar aquello que un día, un día no muy lejano, perdiste.
¿Qué puede ser más importante que querer? Querer un alma, besar al ser más preciosos y hermoso que nadie ha visto nunca nacer, ¿qué puede ser más importante que amar….? Arropar su cuerpo entre tus brazos y entregar todo lo que forma parte de ti, es tuyo, eres suyo, es tuyo, eres tú...
Y sin querer, perdiste lo más importante, la identidad que escribe tu nombre a fuego sellado en tu razón, en tu alma, en tus besos, te perdiste a ti mismo buscando el amor, que nunca llegará, hasta que tus manos acaricien los escondrijos de tu alma con suma delicadeza. Tus sonrisas, tus juegos, tu divertida forma de ser, tú, solo eres tú.
Junto a ti, junto a todo lo que formas, eres y amas, junto a tus latidos, refúgiate en mi interior, que yo protegeré lo que celosamente guardas, el secreto de ser quien eres.