No quise creerte cuando me dijiste que sencillamente éramos polvo de estrellas, ¿sencillamente? En silencio observaba cómo mirabas el horizonte impresionada por unas lucecitas que asomaban tímidas en el cielo..... ¿qué tendrán ellas que no tenga yo?
--- “Y hasta les puedes pedir deseos” decías aún más hipnotizada, pero hipnotizado me tenías tú a mí...
Nunca en mi vida había hecho algo parecido por una chica. Nunca se me había ocurrido sentarme en la hierba para ver el atardecer mientras un millón de gotas de agua acariciaban mi cuerpo, estaba lloviendo, si, y ahí estabas tú sin importarte lo más mínimo.
Me convenciste con la suculenta propuesta de que si aguantaba media hora contigo sentado debajo de la lluvia me darías un premio como recompensa y yo, inocente de que ese premio sería el primer beso de tus labios acepté.
¿Por qué estaba tan seguro de que sería el primero?.... porque el segundo te lo robaría yo.
¿Por qué no me besa ya? Ese era el único pensamiento que tenía, no podía centrarme en tu teoría de los cuerpos celestes, las gotas de lluvia que aman, los ángeles enamorados... un momento ¿cómo puede el agua amar? Eso era una auténtica tontería, pero yo aguantaba como un verdadero campeón, haciendo que escuchaba y asintiendo con la cabeza a todo lo que decías embobado por tu belleza, fue entonces cuando empezaste a sospechar que no era capaz de escucharte...
--- “¿Sabes?, creo que podemos irnos ya”.
Era una trampa, no entiendo cómo no me di cuenta que eso era una trampa sin compasión, yo, cual robot asentí que si a tu propuesta “si, si si”... ¿cómo que sí?, ¿Y mi beso?, no he estado media hora haciendo el tonto sin más por nada, así que enfadado reclamé lo que era mío: “¿Y mi beso?” te pregunté con un tono desesperado medio disimulado... y pícara sonreíste, “¿Beso?, Yo no te dije nada de un beso, te dije que te daría un premio”. No, no dijiste nada, pero sabías desde un principio lo que yo quería. Supongo que mi cara en ese momento se descompuso y era un auténtico poema ¿cómo se me podía haber escapado eso?
--- “Así que quieres un beso” seguías sonriendo cada vez más traviesa mientras las gotas de lluvia empezaban a evaporarse cuanto más se acercaban a mi cuerpo, debido al calor provocado por la vergüenza de ser el hombre más estúpido del planeta.
--- “Esta noche no habrá beso” dijiste.
Un momento, ¿has dicho esta noche?, ¿Eso quiere decir que no habrá beso? ¡Siiiiiiii…! Procuré que solo fuese gritado en mi mente, aunque creo, que mi cara y mis ojos volvían a ser unos chivatos de mis deseos...
---- “La única condición es que me hagas el amor antes con tus labios, no te lo voy a poner tan fácil” susurraste tan dulcemente, que casi el aire sabia a miel...
No supe que contestarte, en realidad, no había nada que contestar, así que tembloroso y enfadándome con mi cuerpo otra vez, por ser tan traidor que no era capaz de contener en silencio las reacciones de mi corazón, te cerré los ojos lentamente y con mis dedos dibujé el perfil de tus labios besándote al compás de la lluvia, tan solo porque quería mi beso, tan solo porque estaba enamorado, tan solo porque te deseaba....